Esta zona arqueológica se localiza junto al río San Juan, en el sur de la ciudad de San Juan del Río Querétaro. Gran parte de los vestigios del asentamiento prehispánico se encuentra ahora bajo las calles y casas del barrio de la Cruz. Sin embargo, los vestigios localizados en la Cima del cerro de la cruz se han mantenido prácticamente intactos, salvo que los pudieron haber en el sector norte del cerro, el cual fue cortado para la construcción de la autopista México-Querétaro.
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La zona arqueológica había sido reconocida por
el historiador Rafael Ayala Echávarri, quien aportó datos importantes sobre ella
y los difundió en su libro San Juan del Río, Geografía e Historia; publicado en
1971.
En la primera mitad de la década de los sesenta
se realizaron los primeros reconocimientos arqueológicos sistemáticos como parte
del proyecto U. A. San Juan del Río, de la Escuela Nacional de Antropología e
Historia, coordinado por el arqueólogo Enrique Nalda y los resultados de La
Investigación fueron presentados en 1975 en la tesis del mencionado arqueólogo.
Posteriormente, en 1986, se realizaron trabajos de rescate arqueológico coordinados por el arqueólogo Juan Carlos Saint-Charles y en 1991 el mismo investigador y la arqueóloga Ana María Crespo coordinaron una nueva intervención por parte del centro INAH Querétaro. La información recuperada en estos trabajo han sido publicada en revistas de la universidad Autónoma de Querétaro y en diferentes publicaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Este sitio es uno de los más importantes en el
estado de Querétaro por su larga historia de ocupación que va desde 500 a.c.
hasta los años 900/1000 d.c., a lo largo de los cuales tuvo cambios tanto de
población como en los patrones de asentamiento y arquitectónicos.
De esta larga ocupación se han distinguido tres principales etapas: la primera abarca desde 500 a.c. hasta 100 d.c. En este lapso se establecieron grupos seguramente provenientes del suroeste de Guanajuato y que identificamos con la llamada "Cultura Chupícuaro". Estos grupos ocuparon la cima del cerro de la cruz, donde se construyó un centro ceremonial, que contaba con pequeñas plataformas cuadrangulares de tierra y barro revestidas con toba careada; seguramente también había construcciones de materiales perecederos, de las que se han localizado cimientos de forma circular. En las faldas del cerro y en la margen izquierda del Río San Juan se construyeron terrazas escalonadas las que fueron utilizadas para habitación y cultivo. En cuanto a los habitantes, los restos óseos correspondientes a ésta época, indican que se practicaba la deformación craneana y la mutilación dentaria.
El norte de mesoamérica fue abandonado por parte de
los grupos agrícolas a principios del segundo milenio y estos territorios fueron
ocupados por grupos recolectores-cazadores conocidos como chichimecas, hasta la
llegada de los españoles. Se puede considerar al Río San Juan, para estos
momentos, como la frontera entre estos grupos chichimecas y los agricultores
localizados hacia el sur de este río.
Fotografías por J. Alberto Flores Ayala
Información tomada de folleto publicado por la presidencia municipal
Comentarios: finisterra@lycos.com